Llevó una vida gris.
Indiferente el medio,
multiplicó el trabajo para intimar con Dios
y alejarse del hombre
por su pastel de vicio.
Confió en las alturas, en el tenaz arriba
de sol modificado
que respeta a los hielos cual bloques o cadáveres,
y, una vez concluido y reducido a polvo
y Mendelssohn mediante,
alcanzó lo inmortal,
porque nobleza obliga incluso entre tinieblas.
Ahora vuela su música;
Johann Sebastian, el cenit como un salmo
y tanta perfección nos entristece.
Certidumbre y error,
Bach in excelsis,
a Dios imita muy bien: está tan lejos
Publicado igualmente en el nº 18 (otoño / invierno 2007) de la revista de creación literaria "Prima Littera"