Tú no escribiste notas:
esculpiste sonidos.
Mas no hallaba el cincel piedra segura;
Sólo el tú apenas tuyo de los sueños,
de las ansias, del amor,
ofrecía luz plena, el material posible.
Cuánta renuncia bárbara,
cuánta exigencia en contra de ti mismo,
qué extrema frugalidad la de tu vida
resuelta en arte puro.
Cada compás ganado te acercaba a la culpa,
frágil hombre admirable
que pedías perdón por abrazarle el viento
a las Españas.
No fallaste, Manuel;
tu producción fue parva pero noble,
aprendizaje de la no omnipotencia,
del ser y sus esquinas,
hasta el acierto lamentable del final:
quedó "La Atlántida" inconclusa.
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