Suena el amor cual viento castigado
que a la música tuvo por camino
hasta el arder, ceniza ancha de espino,
fuego tras luz que muere así quemado;
amor sin pies buscaba, convocado
al poema, rumor de senda y vino
y embriaguez del concepto, mas su sino
era vientre, temblor y maculado,
noticia de la carne que abolía
posesiones del mito, la inocencia.
El amor y la música, armonía
jamás tras el rigor de la sentencia:
ni el aire estructurado bastaría
para darle al amor la sola esencia.
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