lunes, 24 de octubre de 2011

Ciertas tardes...




Ciertas tardes
la consulta tranquila de los médicos.
Serenidad tan torpe,
qué importa el relato de una madre,
espinas en la boca.
Allí una vez el niño no fue niño,
pues lloró como adulto
de frustración ya vieja.
Entonces revolotearon batas blancas,
sorprendidas palomas imposibles.

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