El más grave error de quien olvida
es creer que el olvidado hará lo mismo.
Imagino, pues, tu rostro,
su expresión de sorpresa
o más bien desconcierto,
o mejor ira sorda,
al saberte vencida en la batalla,
que al muerto que mataste
aún le resta podredumbre de amor
para vivir.
La nota has recibido,
qué tal, qué haces, cómo sigues,
esencia de victoria y destrozado,
soy feliz.
Un clásico, Antonio, una belleza.
ResponderEliminarSublime.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Paco; muchísimas gracias, No te salves. Vuestra lectura da sentido al poema. Y a la poesía.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.