
"¡Frente a tus ojos mustios era el sol una rosa
de claras armonías;
la tarde hablaba, pura, dorada y luminosa,
cuando tú te morías!
¡Tu corazón, helándose; la hora sonriente
oliendo ya a ti yerto...;
en el poniente, España; más allá del poniente,
el infinito, abierto!
-¡Sevilla, Triana, El Puerto, todo lo que a tu alma
fue torrente sonoro,
estaría, a esa hora, soñando en una calma
de ilusión y de oro!
La arboleda, meciendo su renacer florido,
Guadalquivir, corriendo,
los pájaros más dulces suspirando en el nido
del sol que iba muriendo...-
¡Oh, qué suspiro hondo, sangriento, inestinguible,
-¡ciega Naturaleza!-,
qué anhelo de querer detener lo imposible,
qué espanto y qué tristeza!
Tú, que dejaste mi alma de bruma, tantas veces,
clara y estremecida,
acoje esta guirnalda, que cuelgo en tus cipreses,
de rosas de mi vida.
¡Mi jesto es doloroso, y mi mirada errante
llora, al dártelas, tanto!
...¡Si una perpetuidad viniera a hacer constante
el ademán y el llanto!
Maestro: un rosal cálido de tristes savias rojas
las sacó de mi entraña;
entre las maravillas de sus mojadas hojas
yerra el olor de España...
¡Sí, juntas en la tierra, florecerán un día,
como dos claridades,
tu ardiente melodía, mi ardiente poesía,
...nuestro afán de ciudades!
...Sevilla, Triana, El Puerto -¡y tu alma y mi alma!-,
Guadalquivir sonoro,
¡todo, en la eternidad, bogará en una calma
de ilusión y de oro!"

El anterior poema, obra de Juan Ramón Jiménez, y reproducido aquí con absoluta fidelidad a la particular ortografía del poeta andaluz, está recogido en su libro de 1910-1911 Laberinto. El pasado 18 de mayo de 2009 se cumplió el primer centenario del fallecimiento del gran compositor y pianista catalán, español y universal Isaac Albéniz, nacido en Camprodón, Girona, en 1860, y muerto en Cambo-les-Bains, Aquitania, Francia, en 1909.
(Imagen 1: Retrato de Isaac Albéniz.)
(Imagen 2: Retrato de Juan Ramón Jiménez.)
2 comentarios:
?Es una falta tuya tan horrenda, lo de 'jesto' o es que así fue escrito por el autor?
Hola, argazedon:
"Jesto" fue escrito así por el autor. Juan Ramón tenía sus propias leyes ortográficas: entre ellas, la de utilizar siempre la "j" en los casos en que se escribe "ge" o "gi".
Muchas gracias por tu lectura y comentario. Un cordial saludo.
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