Un pentagrama de encuentro para las palabras que hablan de música, la música que nos deja sin palabras y la poesía: sinfonía del alma.
lunes, 29 de septiembre de 2014
"Afinando: escritos sobre música" en la revista "El Ballet de las Palabras" (septiembre 2014)
"Por fin la ves reunida. Insuficiencias domésticas lo habían impedido durante varios años; años inquietos y cuya improbable lentitud sólo advertiste en los momentos de profunda desconexión con un pasado forjador de nombres míticos..."
El resto de mi artículo, titulado Música, memoria, junto con los demás contenidos del recientemente publicado número 5 de la revista cultural digital El Ballet de las Palabras -creada y dirigida por Patricia Pérez-, puede consultarse en el siguiente enlace:
http://es.calameo.com/read/0025297648a40aeab18c9
sábado, 27 de septiembre de 2014
Sonido y tiempo; poesía y drama - "Afinando: escritos sobre música" ("El Ballet de las Palabras")
Recientemente pude escucharle al gran musicógrafo José Luis Téllez (Madrid, 1944), toda una referencia en el ámbito de la divulgación musical de este país, ciertas palabras luminosas a propósito de su objeto de estudio -el mismo que nutrirá, por cierto y a partir de ahora, esta sección de El Ballet de las Palabras-. Con su acostumbrada y vigorizante pasión discursiva, Téllez afirmaba que el elemento sustancial de la música "no es el sonido: es el tiempo"; de ahí su capacidad radical para emocionarnos, pues el ser humano, en último extremo, no está hecho sino "de un presente que se escapa, de una memoria, y de una memoria anticipada que es un futuro que nosotros desconocemos, pero que existe ya". Así, sostenía Téllez al cabo, la música se postularía como "el hilo de Ariadna que ayuda, siquiera metafóricamente, a afrontar ese recorrido absolutamente enigmático y profundamente conturbador que es nuestra propia existencia".
"Palabra en el tiempo", pues, también la música, parafraseando y corrigiendo incluso a don Antonio Machado en aquel breve poema: "Ni mármol duro y eterno, / ni música ni pintura..." Lejos de una influencia exclusiva y meramente rítmica, la poesía se investiría, sí, de un grado de abstracción, de esa ambición polisémica tan propia del arte del sonido; sólo que palabra y poesía, sonido y música, dan misterioso testimonio del drama último de la condición humana: lo efímero de su individualidad frente a las largas barbas del Padre Tiempo, con su edad infinita y, peor aún, su carácter inescrutable y hosco.
La llamada "música clásica", entendida históricamente, plantea la paradoja quizá más extrema y fértil que quepa imaginar: desde la universalidad de su lenguaje, desde una abstracción paradigmática preñada de significado y emoción, sobre el mismo filo de la muerte, la música se muestra capaz de desafiar a su propia metafísica, y trascender así el latido del tiempo con el corazón múltiple de sus creaciones imperecederas. La gran música transforma el inherente drama de la humanidad en la afirmación más rotunda frente al fin. Porque la belleza no sólo nos sobrevive: está hecha afanosamente con el aire que entendimos. Con el tiempo y contra el tiempo. Y perdura porque nos canta.
Artículo publicado en el número 4 de la revista cultural digital "El Ballet de las Palabras" (julio de 2014).
viernes, 19 de septiembre de 2014
miércoles, 3 de septiembre de 2014
Un libro: "País de detalles", de Alfonso Mallo
"Menos es más" suele ser un axioma de la poesía moderna: profundo sentido de la depuración extrapolable al hecho literario todo, y que, cual acicate para las indagaciones insólitas, fomenta la virtud de las visiones oblicuas, de las concomitancias entre géneros, de las miniaturas que, como notas a pie de página, comentan y completan la pasión totalizadora de un discurso sometido hoy, cuando menos, al escrutinio de un riguroso imaginario. A esa estirpe creativa de lo insólito pertenece, sin duda, el extraordinario libro que el escritor y editor argentino Alfonso Mallo (Mar de Plata, 1975) vio publicado en 2012 en Chile bajo el sello de RIL Editores: País de detalles.
Compuesto entre 2002 y 2005 -es decir, exactamente durante los años de aparición de las dos obras anteriores de Mallo, la colección de relatos Luz de la inquietud (2003) y la novela Los incendios (2005)-, País de detalles presenta el tono íntimo de un diario sin fechas, cuya altura reflexiva e imaginativa lo sitúa más bien en el ámbito de una miscelánea lírica embridada por una prosa certera, y sostenida férreamente, a mayor abundamiento, por una estructura en tres partes -"Extrañeza", "Desprolijidad", "Working class"- de veinte textos cada una. Sin concesiones al sentimentalismo, las emociones recónditas, tenuemente intelectualizadas, que van surgiendo y susurrando confidencias tienen por bajo continuo -a la manera del Barroco musical- el gran asunto de la obra, el pilar que le da sangre, color y claroscuros: la progresiva adaptación de un extranjero a su nuevo país de residencia, reflejo fiel de la peripecia vital del propio autor. Libro singular, inclasificable porque así se concibió y devino, sencillo y sofisticado, sereno y envolvente, País de detalles conoce bien la sabiduría de las creaciones de veras importantes; esas que, humildemente, confían en sus ecos.