
Los días
18 y 19 de septiembre Chile celebra, año tras año, sus
Fiestas Patrias. Hoy, cuando conmemoramos el 199º aniversario de la proclamación de la Primera Junta de Gobierno, primer paso en el proceso de independencia del país andino, queremos recordar otra fecha histórica no sólo para el pueblo de Chile sino para el mundo entero. Pues fue también en un mes de septiembre, concretamente el
4 de septiembre de 1970, cuando
Salvador Allende y su
Unidad Popular vencieron en unas reñidas, heroicas elecciones presidenciales. Reproduciremos, a renglón seguido, algunos fragmentos del discurso que Allende pronunció ya en la madrugada del día 5, desde los balcones de la Federación de Estudiantes de Chile en la ciudad de Santiago, ante miles de trabajadores que festejaban el triunfo electoral.
"Con profunda emoción les hablo desde esta tribuna por medio de estos deficientes amplificadores. ¡Qué significativa es -más que las palabras- la presencia del pueblo de Santiago, que, interpretando a la inmensa mayoría de los chilenos, se congrega para reafirmar la victoria que alcanzamos limpiamente el día de hoy, victoria que abre un camino nuevo para la patria, y cuyo principal actor es el pueblo de Chile aquí congregado (...)
La victoria alcanzada por ustedes tiene una honda significación nacional. Desde aquí declaro, solemnemente, que respetaré los derechos de todos los chilenos. Pero también declaro, y quiero que lo sepan definitivamente, que al llegar a La Moneda, y siendo el pueblo gobierno, cumpliremos el compromiso histórico que hemos contraído, de convertir en realidad el programa de la Unidad Popular (...)
Hemos triunfado para derrotar definitivamente la explotación imperialista, para terminar con los monopolios, para hacer una seria y profunda reforma agraria, para controlar el comercio de importación y exportación, para nacionalizar, en fin, el crédito, pilares todos que harán factible el progreso de Chile, creando el capital social que impulsará nuestro desarrollo.
Por esto, esta noche, que pertenece a la Historia, en este momento de júbilo, yo expreso mi emocionado reconocimiento a los hombres y mujeres, a los militantes de los partidos populares e integrantes de las fuerzas sociales que hicieron posible esta victoria, que tiene proyecciones más allá de las fronteras de la propia patria.
Para los que están en la pampa o en la estepa, para los que escuchan en el litoral, para los que laboran en la precordillera, para la simple dueña de casa, para el catedrático universitario, para el joven estudiante, el pequeño comerciante e industrial, para el hombre y la mujer de Chile, para el joven de la tierra nuestra, para todos ellos, el compromiso que yo contraigo ante mi conciencia y ante el pueblo -actor fundamental de esta victoria- es ser auténticamente leal en la tarea común y colectiva. Lo he dicho: mi único anhelo es ser para ustedes el compañero presidente.

Han sido el hombre anónimo y la ignorada mujer de Chile los que han hecho posible este hecho social trascendental. Miles y miles de chilenos sembraron su dolor y su esperanza en esta hora que al pueblo pertenece. Desde otras fronteras, desde otros países, se mira con satisfacción profunda la victoria alcanzada. Chile abre un camino que otros pueblos de América y del mundo podrán seguir. La fuerza vital de la unidad romperá los diques de las dictaduras y abrirá el cauce para que otros pueblos puedan ser libres y puedan construir su propio destino (...)
Sólo deseo realizar ante la historia el hecho trascendental que ustedes han realizado, derrotando la soberbia del dinero, la presión y la amenaza; la información deformada, la campaña de terror, de la insidia y la maldad. Cuando un pueblo ha sido capaz de esto, será capaz también de comprender que sólo trabajando más y produciendo más podremos hacer que Chile progrese, y que el hombre y la mujer de nuestra tierra, la pareja humana, tengan derecho auténtico al trabajo, a la vivienda, a la salud, a la educación, al descanso, a la cultura y a la recreación (...)
Ustedes se retirarán a sus casas sin que haya el menor asomo de provocación y sin dejarse provocar. El pueblo sabe que sus problemas no se solucionan rompiendo vidrios o golpeando un automóvil. Aquellos que dijeron que el día de mañana los disturbios iban a caracterizar nuestra victoria, se encontrarán con la conciencia y responsabilidad de ustedes. Irán a su trabajo mañana o el lunes, alegres y cantando; cantando la victoria tan legítimamente alcanzada, y cantando al futuro. Con las manos callosas del pueblo, las tiernas manos de la mujer y las risas del niño, haremos posible la gran tarea que sólo un pueblo consciente y disciplinado podrá realizar (...)
Quiero destacar que nuestros adversarios de la Democracia Cristiana han reconocido en una declaración la victoria popular. No le vamos a pedir a la derecha que lo haga. No lo necesitamos. No tenemos ningún ánimo pequeño en contra de ella. Pero ella no será capaz jamás de reconocer la grandeza que tiene el pueblo en sus luchas, nacida de su dolor y de su esperanza (...)
Gracias, gracias, compañeras. Gracias, gracias, compañeros. Ya lo dije un día: lo mejor que tengo me lo dio mi partido, la unidad de los trabajadores y la unidad popular.
A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante del pueblo; con la lealtad del compañero presidente."
(Foto 1: Salvador Allende Gossens durante una alocución política.)(Foto 2: Allende saluda a la multitud que lo aclama.)