
"Esta piedra que vemos levantada
sobre hierbas de muerte y barro oscuro
guarda lira de sombra, sol maduro,
urna de canto sola y derramada.
Desde la sal de Cádiz a Granada,
que erige en agua su perpetuo muro,
en caballo andaluz de acento duro
tu sombra gime por la luz dorada.
¡Oh dulce muerto de pequeña mano!
¡Oh música y bondad entretejida!
¡Oh pupila de azor, corazón sano!
Duerme cielo sin fin, nieve tendida.
Sueña invierno de lumbre, gris verano.
¡Duerme en olvido de tu vieja vida!"

Con motivo de la colocación de una estatua, obra de Florencio Cuirán, en memoria del músico, Federico García Lorca leyó el anterior soneto de su autoría, el 14 de diciembre de 1935, en el Cementerio de Montjuich, Barcelona, donde reposan los restos del gran compositor y pianista Isaac Albéniz, de cuyo fallecimiento se cumplió el primer centenario el pasado 18 de mayo de 2009.
(Imagen 1: Retrato de Isaac Albéniz, por Ramón Casas.)
(Imagen 2: Federico García Lorca al piano.)
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