Tras el palmario éxito de Ana Frank no puede ver la luna (Premio de la Crítica de Madrid - 2010, en su modalidad de poesía; cuatro ediciones hasta ahora en España; salto a Iberoamérica merced a publicaciones en Ecuador y México), Pablo Méndez regresa a los anaqueles de novedades literarias con otro de sus trabajos llamados a constituirse en hitos de su ya extensa e importante carrera -pese a la juventud que aún adorna al autor-. En efecto, obra mayor es Oh, siglo veinte (Ediciones Vitruvio, Colección "Baños del Carmen", nº 423; Madrid, 2014); obra ambiciosa y de sana ambición cumplida, pues consistía aquí el reto en guardar fidelidad a los postulados bien definidos de una poética basada en la claridad y la emoción, y, al mismo tiempo, ponerlos al servicio de un cuadro histórico eminentemente lírico, lleno de palpitantes claroscuros.
"Toda la sangre del mundo / en tu vieja y descolorida cartera", escribe Pablo Méndez a propósito de la pasada centuria; esa que, sin embargo, ya no acertamos a vivir de nuevo en el momento actual. He aquí el magma generador de Oh, siglo veinte: la paradójica añoranza. Desde ese fecundo sentimiento, muchas de las inquietudes líricas del autor -el registro abiertamente autobiográfico, la figura de la madre y en general de la mujer en su dimensión afectiva, la pasión inmarcesible por los libros y sus autores (y por el cine también), la fascinación por los gatos, la educación sentimental como logro perdurable de la adolescencia o el peso de los vínculos familiares en el desarrollo del individuo- se despliegan con suma habilidad en una especie de álbum fotográfico que aúna pasado y presente; álbum irrevocablemente emocional cuyas diversas escenas, y cuyos variados puntos de vista y personajes, no pretenden en absoluto agotar, mediante su plural planteamiento y desarrollo, la exploración retrospectiva de un tiempo histórico sino ofrecer una visión subjetiva de conjunto, leve y honda a la vez, suave y trágica, nostálgica y ferviente, en la que el imborrable costurón de nuestra Guerra Civil reviste una forzosa trascendencia.
"Será así mi poema... y eso que ahora sé / que no lo escribiré yo, sino tú", concede Pablo Méndez en "El deseo y la realidad", generoso, seguro de que la emoción compartida con los lectores es cifra fiel del misterio lírico. Otros memorables poemas de Oh, siglo veinte, como "Club privado", "El hacha del abuelo", "La madre" o el conclusivo "Federico García Lorca", lo prueban con excepcional fortuna, al tiempo que se erigen como faros de poderosa luz en la región costera y azarosa de esta obra sobresaliente.
Pablo Méndez |
No hay comentarios:
Publicar un comentario