El pasado 26 de enero de 2023 tuvo lugar, en el patio de la sede de ESMAR de la localidad madrileña de Arganda del Rey, el lanzamiento de mi "plaquette" -cuya materialización debo a los queridos amigos Oskar Rodrigáñez y Pilar S. Tarduchy- El viento que presagio (Veinte poemas juveniles) (Colección Búho Búcaro Poesía, Plaquette Poesía nº 34; Madrid, 2022).
Las palabras de presentación corrieron a cargo de la escritora Laura de Miguel; hermosas y generosas palabras que a continuación reproduzco, expresándole nuevamente a Laura mi más profunda y emocionada gratitud.

EL VIENTO QUE PRESAGIO (VEINTE POEMAS JUVENILES), DE ANTONIO DAGANZO: PRESENTACIÓN DE LAURA DE MIGUEL
"Es para mí un placer presentar esta "plaquette" llamada El viento que presagio. Antonio Daganzo, en su madurez y tras un extenso recorrido literario, ha querido sacar a la luz estos veinte poemas de juventud. Mostrar sus inicios es un acto de generosidad y valentía.
Es el propio autor quien los define como "composiciones de aquel dolor de amar tan schubertiano", acercando a mi memoria el ciclo musical de "Lieder" La bella molinera, compuesto por veinte poemas del poeta Wilhelm Müller, que fueron musicalizados por Schubert. Esto constituye una maravillosa y alegórica coincidencia, porque toda su obra poética bien podría ser una pieza musical donde cada poema es una partitura.
El poeta describe, con absoluta maestría y sensibilidad, la música que emana de un corazón joven e ilusionado; ese despertar convulso al amor que nos agita y nos confunde, que nos hace vulnerables frente al otro y nos empuja al abismo, al tiempo que nos acoge en la culminación del deseo.
Sus versos gozan ya de una métrica y de un uso del lenguaje exquisitamente cuidados que consiguen emocionar al lector, quien se rinde ante la armonía de la composición. Ya despunta la notable pluma de Antonio Daganzo, que alcanzará la excelencia, posteriormente, en cada una de las publicaciones donde se puede apreciar la evolución que experimenta a lo largo de los años.

En estos juveniles poemas encontramos un amor desprovisto de palabras, donde el silencio se personifica abrazando la ausencia, rehusando la soledad y persiguiendo la solitud. Ese amor necesita al otro, pero requiere de una conversación íntima consigo mismo para evocar sentimientos que permanecen hundidos en lo más profundo: ese lugar que no podemos ver pero sí tocar. Es ahí donde Antonio Daganzo encuentra la herida, y es ahí precisamente donde comienza el camino de la mayoría de los poetas.
Todos sabemos que la juventud es una etapa donde la ausencia es especialmente evocadora y el corazón goza, sufre y siente regocijo intentando, una y otra vez, cruzar los límites que separan la posibilidad de lo imposible, lo concluso de lo itinerante. Y, en ese devenir, se construye un amor idealizado hacia la figura ausente que, de una manera tan hilarante como rotunda, describió el maestro Bernardino M. Hernando con aquel verso: "Siempre se ama a un fantasma".
Por otro lado, el tiempo, el pasado y los recuerdos van atravesando los versos con una incisión sutil y precisa. Antonio describe un amor en desarrollo, que palidece, que anhela, que abdica de sí mismo y se proclama inextinguible al mismo tiempo. Nos habla de un drama de silencios, de rostros llenos de promesas, gestos sin palabras. Esta aproximación podría suscitar algún tipo de incomodidad en el lector, pero Antonio Daganzo tiene la gran habilidad de conseguir acariciar la herida sin que duela. No son un grito sus poemas, sino estrofas de una melancolía entonada con dulzura, como ese beso que sabe a una noche de verano y su recuerdo nos agita pero no lesiona. Ejemplo de ello es esta composición: Ojos capaces, de brillo pacífico, mansos. Que exigen a un hombre herido. Que, al clavar su mirada, entienden que la esperanza es suficiente razón para abdicar del mundo. Son poemas de espíritu doliente, pero no siempre se rinden a la tristeza sino que oscilan entre la culminación, la esperanza y el anhelo. Lamentos, espesura y olvido, dice el poeta, para entregarse, después, al éxtasis: Escucha esta energía desatada, rebosante, elemental.
De esta manera, Antonio nos habla de ese amor que nos dispara y resucita al mismo tiempo. Un amor sin lazos que ahora esquiva la mirada donde antes los cuerpos prendían fuego; un amor que perdona, que no conoce el olvido, y nos invita a leer y entonar estos poemas juveniles para que su sensibilidad y frescura nos emocione.
Por último, quisiera decir que es hermoso poder leer las primeras composiciones de un autor con una trayectoria como la de Antonio Daganzo, porque se puede observar cómo ha ido evolucionando como poeta pero también como persona. Cómo ha ido todo a la par. Nos muestra esas emociones, esas vivencias que se han ido trascendiendo y resignificando. Como si él y su obra fueran ese viento (tan presente en su poesía) que se va aquietando y tomando otros matices. Nuestra mirada cambia, y nosotros con ella. Pero todo lo que fuimos también habla de quiénes somos ahora. Por eso os invito a leer y a disfrutar de estos magníficos poemas de juventud de Antonio Daganzo; a emprender un bonito viaje hacia ese lugar por donde, un día, anduvo el corazón del poeta."
(Fotos tomadas durante la presentación, en Arganda del Rey (Madrid), de El viento que presagio (Veinte poemas juveniles), el pasado 26 de enero de 2023.)