"Leer una novela siempre es emocionante: la historia, el léxico, el suspense; es decir, todo lo que envuelve la magia de la lectura que te cautiva. Antonio Daganzo es, sin duda, uno de los grandes literatos actuales.
Carrión (De Jaque Libros, Madrid, 2017) deja claro lo merecido que fue otorgarle el Premio de Narrativa "Miguel Delibes" de Valladolid en 2018. Es un trabajo profundo, poético, extenso y bien logrado.
La trama gira en torno a los De Castro, Rosendo y Juan Lucas. En torno al amor del tenor aficionado por su María Cuadrado, la mágica palentina que representa la perfección del amor; y en torno a su sobrino Juan Lucas, quien, teniendo de novia a Clara, conoce la nueva generación de las Cuadrado y revive el sentimiento fogoso, platónico, perfecto e inconcluso de su tío. La historia se desarrolla en Madrid y Palencia, con los paisajes característicos de ambas ciudades y con el relato del sentimiento que las estaciones nos dejan al descubierto.
Además del bello estilo narrativo y la magnífica historia que transcurre en Carrión, un elemento muy presente y unido a la acción es la maravillosa música.
Como dijimos, Rosendo es un tenor aficionado que viaja por España ofreciendo conciertos de arias de zarzuela, motivado por el amor y el compromiso por el arte y las tradiciones. Ese sentimiento entusiasta y ardiente por la música; apasionado y castizo. Rosendo va acompañado de su amigo Paco Mencía, interpretando con entusiasmo impetuoso romanzas de zarzuela: Luisa Fernanda, la Francisquita, El último romántico, Alma de Dios, La revoltosa, entre otras. La zarzuela es el ardor hispano llevado al escenario, la tradición poética de la península que se une a la música tradicional despertando fuegos y sentimientos. El amor apasionado, inmutable, de Rosendo hacia la joven palentina es un amor a primera vista, un verdadero amor a primera vista, dos miradas que se cruzan, dos manos que se tocan, y el afecto se apodera del corazón de dos jóvenes. Pero el idilio no termina con el amor a primera vista, sino que se estanca, ya que María no llega a la cita definitiva prevista "a orillas del Carrión". Este dolor se refleja en los cantos entonados por el enamorado Rosendo que, desencantado por la ausencia de María, sigue cantándole al amor perfecto pero ausente. La historia del romance del viejo De Castro nos une a la zarzuela El último romántico, mencionada en el texto, en donde Enrique, un joven de ideas liberales, suspira por amores del pasado y recuerda enamorado a su amada Aurora. Rosendo es un tenor apasionado, de alma liberal, que suspira por amores del pasado y recuerda embelesado a su idolatrada María Cuadrado. En esta equivalencia de historias que propone el autor nos demuestra su pasión y compromiso por mantener viva y rescatar la importancia de la zarzuela, ese género de teatro lírico y sainetero de la península, que, tanto en sus facetas más comerciales como en las más cultas, se constituye como cultura nacional a partir de una compleja combinación de ingredientes profundamente españoles.
"La música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía", dijo el genio de Bonn, y Daganzo lo sabe perfectamente bien, al crear una novela con profundas referencias musicales, no sólo nombrando y recordando extraordinarias composiciones. Desarrolla historias amorosas indestructibles, con una narrativa poética y delicada, no sólo describiendo los momentos y los escenarios sino también ahondando en elucubraciones de los protagonistas, enseñándonos el alma del amante enfrentando los vaivenes de la vida. Si hay un género donde el amor, la música, la poesía y las tradiciones se mezclan con especial fuerza, ése es, sin duda, la zarzuela.
La segunda historia presentada es la de Juan Lucas y María Cuadrado, sobrina de la anterior. Su historia se inicia cuando Juan Lucas llega a su hogar y ve que, en el portal, una chica nueva le sonríe y su corazón acelera el tic-tac, cual reloj peregrino que cruza océanos de tiempo para culminar el amor inconcluso. Este romance se identifica con una fenomenal obra musical. No es ópera; mucho menos zarzuela: es un híbrido entre cantata y oratorio, pero de una extraordinaria riqueza musical. Hablamos de los Gurrelieder de Arnold Schönberg. Daganzo dedica un buen número de páginas a la obra del compositor austríaco.
Juan Lucas asiste a la presentación de los Gurrelieder con su novia Clara, que poco apreciaba la música; sin embargo, la indiferencia de su pretendiente no mengua la algarabía del joven. La obra se ajusta como un leitmotiv del amor entre María y Juan Lucas, haciendo varias apariciones en la novela y siempre uniendo a los enamorados.
El trabajo de Schönberg es una obra capital en la literatura sinfónico-coral del siglo XX. Los Gurrelieder, es decir, los Cantos del Castillo de Gurre, basados en los textos del poeta danés Jens Peter Jacobsen, terminados por Schönberg en 1911, constituyen uno de los monumentos de la música occidental del pasado siglo. Figuran en el catálogo de su autor como una de sus obras más significativas, de mayor peso y dificultad, con una duración que alcanza la hora y tres cuartos. El poema dramático Gurrelieder apareció por primera vez en 1868 como parte de una novela titulada Un cactus en flor, del poeta danés de 21 años. El poema tiene como protagonistas a dos amantes: el rey Waldemar y Tove. Cuando su relación es descubierta por la esposa de Waldemar, la reina Helwig, ésta hace matar a Tove. En su furia, Waldemar critica al mismo Dios y lo acusa de ser un tirano por permitir que Tove muera. Como castigo por esta blasfemia, Waldemar se ve obligado, todas las noches, a realizar una cacería salvaje con las figuras fantasmales de sus vasallos muertos. Este ciclo aparentemente interminable finalmente se rompe con el regreso de la primavera. A medida que florece una nueva vida en todo el mundo, las almas de Waldemar y Tove encuentran, en la renovación de la naturaleza, la unión eterna que habían buscado.
La música del post Romanticismo que se descubre en la obra es de una grandeza extraordinaria, trazando un anhelo de superar la separación en la unión extática de dos amantes: aquí vemos un nuevo paralelismo entre la historia de los De Castro y las Cuadrado, la transfiguración del amor más allá de la muerte. Esta pervivencia del amor se oye en las notas de los Gurrelieder con una fuerza de enorme originalidad, complejidad y poder evocador, con la potencia completa de la orquesta y de los coros, tal cual como los romances generacionales de Carrión.
La textura eminentemente contrapuntística, con solapamientos continuos de motivos y frases musicales, y la exclusión de procesos cadenciales conclusivos confieren a la obra una continuidad que dificulta la aplicación de los criterios habituales de segmentación formal. Y acá nos detenemos para enaltecer la destreza y conocimiento musical de Antonio Daganzo al utilizar como leitmotiv la obra de Schönberg en la historia de Juan Lucas, un joven invadido por el desasosiego que encuentra en María Cuadrado su alegría y luz; su ideal amoroso, que no solamente viene a rescatar a Juan Lucas de su oscuridad, sino que además viene, sin saberlo, a culminar el amor inconcluso de sus antepasados. Culminar el amor estancado, como Waldemar y Tove; engrandecer el amor verdadero, como los sonidos armónicos y el coro mixto que se alza en un claro Do mayor: canto a una paz esplendorosa en comunión con la naturaleza, y final esperanzado en el que todas las tensiones se resuelven, tal cual como en Carrión.
Antonio Daganzo demuestra una vez más que no solamente la poesía mueve su vida, sino que su absoluta sapiencia musical le permite la versatilidad de narrar musicalmente: sus letras son notas, su historia es anhelo hecho música, olas de intensidad creciente y de gran tensión interior. Es imposible sustraerse a su fuerza y es, sin duda, la música hecha libro de amor sensual, emotiva e intensa."
María José Mattus
Profesora y divulgadora cultural.