"Siempre la misma calle,
la misma casa, la misma estatua...,
todos abren los ojos al invitado.
Todos esperan que no se canse
de tanta rutina ciudadana.
Las bocas mueven los labios
y sus palabras inundan el asfalto.
Los coches añaden la música
mágica e irreverente
de carnaval diabólico.
El coro trágico asume el peligro
que acecha al invitado del más allá.
La ciudad camina despacio
pero las luces se apagan y encienden
demasiadas veces.
El invitado mira todo,
como es su deber,
y asiente.
Ahora salgamos del cuadro.
El artista ha pintado
una despedida donde no estamos tú y yo.
El invitado sonríe satisfecho."
Este poema, "La ciudad y el invitado", forma parte de Quizá en otro mundo (Ediciones Endymion, Colección Poesía, nº 310, Madrid, 2010), cuarto de los libros debidos al escritor y periodista Jesús Díaz Hernández (Madrid, 1954). Con sobriedad y lucidez notabilísimas, Quizá en otro mundo acierta a forjar una alianza entre la mirada subjetiva del poeta y su preocupación social, e incluso su compromiso cívico ("cuando se suplica el porvenir / se espanta la solidaridad", leemos en el poema titulado "Trabajo"), del mismo modo que cierta vena de angustia existencial no excluye la episódica celebración de la hermosura.
Si la primera sección del libro, "Llanto", está escrita en verso libre, la segunda y última, "Púrpura", se encuentra conformada por ochenta magníficos poemas en prosa -género en el que el autor demuestra una particular maestría-. En consonancia con lo dicho al final del anterior párrafo, no me resisto a citar igualmente aquí el décimo de dichos textos, dueño de una incandescente brevedad:
X
"Viene la belleza alumbrada por una vela de espuma surgida del mar. Trae el ámbar de nuestros antepasados más remotos que, en un éxtasis luminoso, perecen en un continuo renacer. Florezcamos ante la envidia divina."
Jesús Díaz |
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