"Salustiano Masó es uno de nuestros mejores y más hondos poetas". Lo dijo nada menos que Gerardo Diego el 22 de octubre de 1967, en un artículo publicado en el diario ABC. De haberle sido posible presenciar la aparición de La batalla de vivir (1923-1950), volumen publicado muy recientemente por Ediciones Vitruvio, también habría podido valorar la formidable talla como memorialista de un escritor distinguido dos veces con sendos accésits del Premio Adonáis y autor de más de una veintena de poemarios -muchos de ellos galardonados igualmente-; de una de las voces fundamentales de nuestra generación poética del 50, que asimismo consiguió labrarse una prestigiosa carrera como traductor, reconocida con el Premio Mundial Nathorst-Unesco y el Nacional de la especialidad por el conjunto de su obra -disfrutar, por ejemplo, de su traducción excelsa de Historia de dos ciudades de Charles Dickens se antoja un placer absolutamente propicio a la reiteración y las relecturas-. Con La batalla de vivir, Salustiano Masó, ya en la novena década de su edad -nació en 1923, en Alcalá de Henares-, ha sumado a todo su buen hacer el alarde no sólo de ordenar una vastísima experiencia autobiográfica, sino de conjugar para ello el estilo poderoso del cronista y la acendrada lucidez del poeta.
Entrega inaugural de una proyectada serie de tres volúmenes, las primeras quinientas páginas de las memorias de Salustiano Masó -"niño de la guerra" e intelectual hecho a sí mismo- constituyen, ante todo, una amenísima exhibición del don de recordar, y ello unido al talento desplegado por el autor para otorgarles también la entera dimensión de su insobornable poética: la que entiende la individualidad del ser humano como fruto de su condición social y su estatura cívica. El encuentro con la Naturaleza en los Pirineos y el despertar de su vocación literaria, las jugosas relaciones con su extensa familia y la difícil valoración de la figura del padre, el compromiso con las ideas de progreso y el necesario homenaje a aquellos docentes heroicos de la Segunda República -¡qué caro pagarían su magisterio de libertad!-, el zarpazo de la Guerra Civil y la profunda herida de la posguerra, los primeros lances de amor y el descubrimiento de Luisa, quien se convertiría en inseparable compañera de tan largos caminos posteriores: veintisiete años iniciales de una vida pródiga en atrayentes episodios que el autor evoca y narra con brío, honestidad y ternura, asombrosa atención por el detalle y un estilo de gran riqueza en el que se adivina la minuciosidad y la capacidad de penetración abstracta y psicológica de Charles Dickens.
Espléndida lectura la que nos brinda Salustiano Masó con La batalla de vivir, entre cuyas virtudes, además, se cuenta el decidido apetito que despierta de cara a los próximos trancos de tan magna serie. Si "la verdadera patria del hombre es la infancia", en palabras de Rainer Maria Rilke, Salustiano Masó bien podría afirmar que la verdadera patria del poeta es la memoria.
Salustiano Masó |
1 comentario:
Estupenda entrada Antonio. Comparto.
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