Un ambicioso sentido histórico y totalizador preside la nueva obra de la poeta chilena -también editora y muy relevante crítica literaria- Jessica Atal (Santiago, 1964): si su insigne compatriota Gabriela Mistral ya había retratado con amplitud la condición femenina en su serie de poemas reunidos bajo el epígrafe de "Locas mujeres" -serie que quedó repartida entre Lagar I y los textos póstumos de Lagar II, y en la que brillarán siempre composiciones tan memorables como "La otra" o "La bailarina"-, Jessica Atal plantea ahora una cabal actualización de la citada perspectiva de género en el tercero de sus poemarios, Arquetipos, que como el anterior ya comentado en esta bitácora -el excelente Pérdida, de 2010-, ha aparecido en 2013 bajo el destacado sello chileno RIL Editores.
Libro cuya extensión se corresponde con el abierto abanico del tema abordado, el muestrario que Arquetipos presenta no desdeña la ironía, la crudeza -sexual incluso- o la directa pintura prototípica de consecuencias inesperadas, pues el flujo de conciencia que la autora encauza en versos cortos y afilados, como puñales, dota al discurso de un original equilibrio entre lo crítico y paródico y lo furioso. En cualquier caso, una secreta sensación de desvalimiento impera en las sucesivas figuraciones de un sujeto lírico proteico necesariamente -"La mentirosa", "La sometida", "La mujer moderna", "La enamorada"...-, y que habrá de culminar travesía, en el conmovedor último poema, identificándose con la amparadora diosa Démeter, desposeída aquí de su maternidad connatural.
"Ya nadie se acuerda / del día del origen", leemos en el poema directamente titulado "La madre", y quizá por ello Arquetipos vertebra su andadura cimentándose en gestos de creación primordial: "Cosmos", "Luna", "Sol", "Tierra"; las cuatro partes de un libro sobresaliente, de invención a prueba en lo fantasioso y lo sistemático al mismo tiempo. Así, por ejemplo, en el poema "La niña", "a la caperucita roja le aterra / llegar un día a ser mujer / y encontrarse con el lobo / y su cansancio / de alma argumentada", lo que perfectamente nos explica la soñadora vibración de estos otros versos recogidos en el poema "La furia": "...y la rabia de poeta oscura / cobra fuerza bien fundada / sobre una vida más allá / del terror de la escritura / donde los animales hablan todavía / donde la imaginación alza bosques / fundamenta cielo / embellece ramas". Así también la intuición ("cierro los ojos / y sólo a ti te veo") encuentra sus limitaciones en la escurridiza esperanza, que "nunca llega a saber / lo que debía ser". "Cuántas son / las diosas eclipsadas", afirmará Jessica Atal, sin que ello aboque a la modernidad femenina, de todo punto, a una solitaria condena de negrura, pues, como la autora brillantemente escribe refiriéndose precisamente a la soledad: "soy / tu imperfecta semejanza".
Jessica Atal |
No hay comentarios:
Publicar un comentario