No es su primera obra publicada en España -ya en 2007 había aparecido en Barcelona Cantos contra un dinosaurio ebrio- y, sin embargo, El libro de la enfermedad (Ediciones Vitruvio, Colección "Baños del Carmen", nº 358; Madrid, 2013), por su altura y calado, supone un auténtico hito, a propósito de su trascendencia internacional, en la brillante y fulgurante carrera del joven escritor ecuatoriano Augusto Rodríguez (Guayaquil, 1979), también periodista, profesor y editor.
Suerte de reunión quintaesenciada de cuatro de sus anteriores obras -El beso de los dementes, La enfermedad invisible, El libro del cáncer y Voy hacia mi cuerpo-, El libro de la enfermedad constituye, en consecuencia, un compendio de las virtudes sustanciales que adornan el estilo poético del autor: imaginación poderosa, dura y violenta, en continuo ejercicio explícito; tendencia al poema en prosa para dar ancho cauce a tal expresividad; y valentía temática que no rehúye los gestos incómodos: "Desciendo de la tristeza / como si naciera / de un útero negro", leemos en un libro cuyo título, sin ambages pero sin patetismo, no llega a presagiar la intensidad expresionista de declaraciones como ésta: "La enfermedad me persigue / como un animal en celo". La enfermedad, efectivamente, se postula cual elemento insoslayable de la condición humana; centro de la existencia individual, marcada por su naturaleza efímera -"Saboreo / la derrota de mi cuerpo"- e, irremediablemente, por el padecimiento físico -"Cuelgo en el árbol / que me vio crecer. / El dolor todavía carcome / mis párpados"-.
El erotismo y la muerte vienen a abrochar una visión del hombre desesperanzada, como una "fruta rebanada y madura que cae al vacío, inmóvil, sin cáscaras y sin fe"; incluso como "una cabeza que se incendia y que no puede apagar el infierno que lleva dentro", pues "la serpiente de la palabra", nuestro último recurso ante el vértigo de lo inexplicable, "es una enfermedad agónica / en nuestra lengua". Sin embargo, más allá del hombre mismo, reinterpretando quizá aquel verso memorable de Juan Ramón Jiménez -"...y se quedarán los pájaros cantando"-, aquí, en El libro de la enfermedad de Augusto Rodríguez, "...los pájaros seguirán / en las ramas de la historia".
Autor de otros poemarios de más temprana factura y publicación -Mientras ella mata mosquitos, de 2004, o Animales salvajes y La bestia que me habita, de 2005-, la incansable actividad de Augusto Rodríguez le ha hecho merecedor de diversos galardones literarios, así como de las invitaciones a participar en destacados festivales poéticos, dentro y fuera de su Ecuador natal. Además, desde Guayaquil difunde la revista "El Quirófano" y pilota el importantísimo proyecto de El Quirófano Ediciones, donde viene dando cita a nuevas y sobresalientes voces poéticas de América y Europa.
He aquí uno de los mejores textos recogidos en su impresionante Libro de la enfermedad:
"míranos
sentados alrededor de esta mesa
durante años siglos milenios
cada uno de nosotros
hombres de este tiempo y otro
escrituras fantasmales de la noche
vivimos en este puerto
(que es nuestro y no lo es)
pequeño territorio irreal
donde navegan aquellos
que transitan
entre las nubes del desamparo
y la arena del destierro
sólo nos queda lo incierto
el poema que nunca escribiremos
la memoria que sigilosamente
nos llevará por pasillos en tinieblas
a mostrarnos
los rostros de quienes fuimos
y nunca seremos
atardeceres fragmentados
montañas invisibles
cuerpos limitando con la nada
falaz memoria
que todo lo destruye
y construye a su antojo
soledad en que transitamos
extenso territorio
no colonizado ni invadido por nadie
que no seamos los náufragos
seres que sobreviven
por vocación y amor a los adioses
a los nunca más y a los tal veces"
Augusto Rodríguez |
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