
"Un cuarto trastero:
para aquellos libros de aventuras
profusamente iluminados a plumilla;
para las botas montañeras
de suela alta, puntera reforzada
y cordón rojo de doble largo;
también para la caja de bombones,
dulce sarcófago de viejas instantáneas,
guarida de los sueños hibernados;
y para la colección científica de mariposas
y el álbum de cromos y un centenar
de latas de cerveza caducadas.
Incluso un cuarto trastero
donde esconder esas cartas de amor
que no fuimos capaces de liberar a tiempo
y que aún hoy, sin ruborizarnos,
sabríamos recitar de carrerilla.
Es importante,
y hasta imprescindible,
disponer de un cuarto trastero:
con su pérgola y sus baldas,
su cajón de sastre,
la escalera de mano y una caja
llena de inútil herramienta,
y polvo,
mucho polvo en los rincones.
No vaya a ser que a cada instante
un objeto común y ajado nos recuerde
que ayer pasó,
que una parte significativa de nosotros
es ya materia de arqueólogos,
que quisiéramos ser hoy
los mismos nómadas de entonces,
y que quizá no mereciese la pena hipotecarse
en las 144 letras
de una casa con trastero."
Este poema, "Bajo llave", de sutil e irónica nostalgia, pertenece al muy interesante libro del año 2000 Arqueología submarina (Ediciones Prima Littera, Colección "Textos Amarillos", Rivas-Vaciamadrid), obra de mi buen amigo Arturo Ledrado (Madrid, 1959), poeta, narrador, editor e infatigable gestor cultural.